Hablemos de Calidad y porque no también en la Gastronomía

El 84% de los padres argentinos cree que la educación de sus hijos es buen o muy buena.
Insistimos en creer que la calidad de lo que hacemos o recibimos es bueno o muy bueno. Solo el 4% cree que es mala o muy mala.

Pero cuando opinamos sobre el sistema educativo decimos que está en decadencia y que es urgente un cambio radical que nos permita alcanzar rápidamente los estándares globales.
La satisfacción por la educación en Argentina está por encima del promedio mundial. La satisfacción por lo propio, es común, en casi todos los países. Estamos encantados con lo que hacemos, los defectos están siempre en los otros.

En Corea del Sur, por el contrario, el 43% de los padres apenas cree que la educación de sus hijos es buena (quizás esto haga que uno de los países más chicos de la tierra sea una de los que mayor riqueza genera).

El optimismo nos trasciende y nos pone en el lugar de un sin sentido cuando contrastamos lo que sentimos y pensamos con la realidad de una valoración métrica de terceros.

La conclusión es clara, confianza por lo que hacemos y desconfianza por la calidad general.

No dan los números, no podemos creer todos que lo hacemos bien y al mismo tiempo creer que todos los otros lo hacen mal.

Y en la producción alimentaria como influyen los estándares internacionales

En la educación estándares internacionales como PISA , y en producción alimentaria BRC  o HACCP nos ponen en negro sobre blanco que tipo de materias primas usamos cada día.

En nuestro mundo de la gastronomía ocurre lo mismo.

Estamos convencidos que lo nuestro es lo mejor, porque lo hacemos con pasión y nuestra estructura nos dice que lo hacemos bien, ellos están convencidos de eso.

Pero íntimamente, cuando visitamos ferias en todo el mundo como fue el caso de Anuga en Alemania o Host en Milán o la visita a Fispal que nos muestran como los número uno y no solo en volumen, lo hacen. Entendemos que podemos hacerlo mejor.

Confiemos en los profesionales que además de pasión están formados en alimentación, que pueden contrastar nuestros pareceres con la ciencia y nos ayudan cada día a hacerlo un poco mejor.

Esto no solo nos dará mas rentabilidad, sino que nos acerca a estándares globales que nos aseguran la sustentabilidad de nuestros proyectos gastronómicos.